Ante todo deseo aclarar que no
pretendo juzgar el estado de ánimo de nadie, porque aunque para muchos parezca
increíble, todos los seres humanos pasamos por esos diferentes estados
emocionales.
Si,
está claro, me refiero a la tristeza de Cristiano Ronaldo. Como no se bien a
que se debe, ni por qué ha decidido hacerlo público, no me siento con la
suficiente autoridad para hablar o escribir sobre el tema. Sin embargo, el
pasado Martes luego de llegar de entrenar he estado buscando algo que ver en la
televisión y todas y cada una de las tertulias futboleras, y otras que no lo
son, se referían a la tristeza de la estrella del Real Madrid, como sigo sin
entenderlo hago un poco de zapping y llego a los juegos olímpicos (para
minusválidos), en ese momento no puedo evitar el juicio y el contraste de la
situación. Es decir, un hombre (en este caso Cristiano), que hace lo que en
teoría le gusta, y que lo hace en un sitio privilegiado, con las mejores
instalaciones posibles, con los mejores entrenadores y jugadores a su
alrededor, con fama, con dinero, y aunque no viene a cuento con una novia
espectacular, que rompe todos los récords de goles marcados y que probablemente
solo le ensombrece que ha coincidido con el que tal vez sea el mejor jugador de
la historia (MESSI) y enfrentarse al mejor FC BARCELONA de la historia, si ese
hombre está triste y no se sabe el motivo.
Entonces
veo a los atletas minusválidos y recuerdo mi época de jugador mediocre y me
fijo en los equipos que he entrenado y entreno y me pregunto ¿Por qué este
hombre no es feliz?, recuerdo entrenar en campos de fútbol abandonados a la
buena de dios, en una plaza, en la calle, contra los amigos de la calle y en un
mejor campo contra el rival de turno, recuerdo a los tantos equipos que he entrenado
en condiciones precarias, y sin embargo siempre son recuerdos felices, ahora
voy a entrenar con mejores condiciones, pero lejos de el lujo y el dinero que
rodea a la élite del fútbol, y sin embargo cuando estoy en el campo no se estar
sin ser feliz, sin estar con el entusiasmo que me despierta el fútbol, mi
pasión desde que tengo uso de razón. Imagino que estar en la élite debe ser el
colmo de la felicidad.
Hace
unos cuatro años en el centro donde trabajo se acercaron para entrenar varios
atletas minusválidos, todos nadadores, alguno famoso (Xavi Torres). Al ver a
estos hombres entrenar me quedé impactado, ¿cómo pueden desplegar tal nivel de
fuerza en un entrenamiento?, ¿cómo parecen tan felices?, ¿cómo no presentan
ningún tipo de complejo? Tal vez ha sido una de las mejores lecciones que me ha
dado la vida.
En
fin, si estos grandes hombres, (que son los que verdaderamente deberíamos
admirar), no se quejan, tal vez otros con mejores condiciones deberían tener un
poco de cuidado al entonar sus quejas públicamente, repito, no quiero ni
pretendo juzgar a nadie.
En
definitiva, cada vez que siento poco ánimo o decaigo, recuerdo a estos atletas,
quienes son mis referentes de superación y esfuerzo, quienes enseñan que en la
vida no hay que quejarse demasiado y que se puede ser feliz si uno se lo
propone a pesar de las limitaciones que se puedan tener, mi más sincero respeto
y agradecimiento por no permitirme estar MUY TRISTE.