Así como en la vida, en el
fútbol todo tiene un comienzo, un despertar, un momento “Eureka”, que sirve de
trampolín y de sustento para el futuro.
Ha pasado con el Ajax (Mitchell),
Barcelona (Cruyff), Real Madrid (Di Stefano), Brasil (Pelé), Argentina
(Menotti), y ahora Venezuela, que ya no es más la Cenicienta (Richard Páez).
No me quiero olvidar de muchos
entrenadores que hicieron un gran trabajo por el fútbol Venezolano en sus horas
más difíciles, gente como Pedro Castro, Waldemar Costa, Nerio Hernández o Lino
Alonso (seguro me dejo alguno fuera), sembraron mucho fútbol para intentar
levantar a la que era la “Cenicienta del fútbol”. Sin embargo, tengo la
sensación de que, quien dio el verdadero
cambio fue Richard Páez.
Cuando se hizo cargo de la
selección nacional (Durante las eliminatorias al mundial de Francia 1998), no
solo logró que los resultados cambiaran, no sólo fue la primera vez que se ganaron en la eliminatoria unos cuantos partidos (si mal no recuerdo, se llegaron a
ganar cuatro partidos seguidos, incluida una histórica victoria en Santiago,
que fue la primera como visitante en la historia de la selección vinotinto),
también comenzó un amor diferente por el deporte rey en la patria de Bolivar.
Los estadios comenzaron a llenarse, los clubes se profesionalizaron, las
academias y colegios (donde se practicaba mayoritariamente el fútbol),
aumentaron de forma llamativa la cantidad de niños practicando el fútbol y por
ende se contrataron mejores entrenadores. Pero en mi opinión Richard cambió
sobre todo la mentalidad, comenzamos a jugar sin complejos, con ilusión y
sueños, sin temor.
En Venezuela siempre hubo
talento, la cantidad de descendientes españoles, Italianos y Portugueses,
garantizaban que hubiese pasión, pero la falta de infraestructura y de un
proyecto común era lo que predominaba, ver jugadores Venezolanos en el fútbol
extranjero era muy difícil (Añor, Socorro, Rivas, Baena, Tortolero, De Ornelas,
son de los pocos que recuerdo que pudieron triunfar fuera de Venezuela).
Richard cogió el testigo de Castro y Alonso, que eran quienes más trabajaban
por el fútbol base (Olvido muchos que fueron como Castro y Alonso en el
interior del país), y dio identidad, dio sentimiento de pertenencia, y dio
mejores infraestructuras. Comenzaron así los Arango, Rosales, Rondón, Miku a
triunfar en las ligas de mayor prestigio. Ahora ya no los puedo nombrar, son
cientos de futbolistas venezolanos triunfando en el exterior.
Al final de la etapa Páez, se dio
una continuidad inteligente, Cesar Farías mantuvo esa identidad, y los que fueron
jugadores de la generación Páez, ahora cogen el testigo y
son capaces de mejorarlo.
El hecho de que ahora existan
muchos y muy buenos jugadores en Venezuela, no es casual. Los entrenadores se
han formado, yo conocí personalmente a José Hernandez (actual seleccionador
sub-17), y luego de más de 18 años fuera de Venezuela, trabajando en España y
Noruega, no he conocido a ningún entrenador con los conocimientos de José, ni
su pasión, ni su constancia en estudiar y en superarse (y ojo que trabajo y he
trabajado con entrenadores muy buenos). Estoy seguro que hay muchos Hernández, muchos Dudamel, Muchos Páez hoy en día trabajando por el fútbol Venezolano.
Los frutos de todo esto, lo
estamos viendo en el mundial sub-20, Venezuela está entre los cuatro mejores
del mundo, y solo es un comienzo. En los sudamericanos ya Brasil y Argentina no
nos golean, de hecho, Brasil no clasificó al mundial y Argentina quedó apeada
en la primera ronda de grupos.
Para el próximo mundial (Rusia
2018), ya Venezuela no podrá clasificar, pero las bases están sólidas para que
en Qatar 2022 sea por fin la primera vez que se clasifique a un mundial, y
seguro para ser protagonistas.
Enhorabuena, y desde la
distancia, me siento totalmente orgulloso de ser un representante más del
fútbol Venezolano.