Cuando yo tenía 5 años, Maradona fue descartado por Cesar Luis Menotti
para jugar el mundial de 1978, de eso ni me enteré, así como tampoco de cuando
Argentina ganó el primer mundial juvenil (Sub-20) de la historia de la mano del
crack argentino.
Sin embargo, si tengo muy presente lo que fue sucediendo después a lo largo del
tiempo. Maradona fue para mi un referente, un ídolo. Yo jugaba al fútbol y quería
ser como el, lo imitaba e intentaba simular sus acciones (ya se, era un
ingenuo, pero ¿Quién no lo es cuando es un niño?).
Recuerdo que lloré como un niño (de hecho, lo era), cuando lo expulsaron ante Brasil
en el mundial de España 82, así que aprendí sobre el fracaso y de la empatía,
ya que aunque el fracaso fue de otros, lo sentí como propio.
Recuerdo que salté de alegría, cuando le vi
levantar la copa en Mexico 86, disfruté verlo triunfar y de cada acción suya
durante dicho mundial (Sin duda la mejor actuación individual de la historia de
los mundiales), aprendí que la felicidad no siempre depende de uno, y que uno
puede levantarse del fracaso para alcanzar la gloria.
Recuerdo estallar en ira durante la final de Italia 90, sentí una gran impotencia, aprendí que la vida puede ser injusta,
al menos desde mi parcial punto de vista. Recuerdo muy bien el día siguiente,
cuando después de entrenar, ir a la Universidad (Sin haberme aún recuperado de
la derrota) y encontrarme a mi mejor amiga del momento, quien me dice “Que
bueno que ganó Alemania” ¿Cierto? Pobre, creo que la ajusticié con la mirada, ¿Quién
diría que sería la mujer de mi vida?
Me decepcioné mucho cuando lo suspendieron por primera vez, aprendí a ser tolerante y que nadie es perfecto.
Sentí un gran dolor cuando “le cortaron las piernas” en el Mundial USA 94, recuerdo estar eufórico, después de las dos primeras jornadas daba
la sensación de que Diego conduciría nuevamente a la selección Argentina a la
gloria, sin embargo tengo muy marcado como mi familia escondió todos los
periódicos para que yo no leyera la noticia, el golpe para mi fue devastador.
Aprendí lo efímera que puede ser la alegría y a valorar cada instante de la
vida.
En mi camino a formarme como entrenador tampoco pude o supe alejarme de su figura.
En uno de los cursos internacionales que hice, coincidí con Julio “El vasco”
Orlarticoechea, quien jugó tres mundiales al lado de Maradona, recuerdo que nos
quedábamos muchas horas después de clases a que nos contara algunas anécdotas de
sus experiencias con el “Diez”, para mi fue extraordinario.
Como cosas de la vida y casi sin quererlo, disfruté de la experiencia de hacer
unas pasantía como entrenador en la AA Argentinos Jr, el club donde Maradona se
formó y debutó como profesional, la experiencia de conocer los espacios donde
Maradona jugó, sus formadores/entrenadores, su influencia dentro del club y en todo el país, me hicieron
respirar un ambiente de fútbol increíble, inimaginable para mí en aquel
momento.
Durante toda mi vida he leído libros sobre su biografía,
visto películas, documentales, escuchado un sinfín de canciones dedicadas a él,
y aún me emocionan. Jamás he visto a un ser humano relacionarse tan bien con un
balón y con tantos contrastes en su vida.
Ayer no lloré, pero siento un pequeño vacío, nunca le conocí, ni siquiera
estuve cerca, pero creo que parte de la estupidez humana (al menos la mía), es
creer que sí, que hasta hablamos muchas veces, compartiendo anécdotas.
Solo tengo que dar gracias porque lo pude ver jugar (Soy de la generación de
privilegiados que lo vio a él y ahora a Messi).
DEP: Diego Armando Maradona.