Me senté a
escribir sobre mis conclusiones del fin de semana, pero de pronto releí en la
revista Magazine de hace un par de años un artículo interesante: “El fútbol que
cambia la vida”, escrito por Marta Ricart y con fotografía de Kim Manresa.
Dicho artículo trataba de cómo en un país como Honduras el fútbol aporta
una vía de escape a la pobreza, inseguridad, desnutrición y sobre todo
como punto de apoyo para mejorar la educación y cultura de los jóvenes (muchos
alejados de las escuelas y convertidos en sicarios). El proyecto es llevado a
cabo por la UNICEF y cuenta con un exfutbolista profesional como coordinador
del programa municipal para integración social de niños y adolescentes
desfavorecidos llamado “fútbol para la vida”. Este exfutbolista, Héctor Zelaya
fue por casualidad el que marcó un gol a España durante la primera fase del
mundial del 82.
El
programa se resume en recoger los niños abandonados y buscar enviarlos a los
“campos de fútbol”, mientras más horas estén en dichos espacios, menos pueden
estar delinquiendo o en otras actividades poco sanas, se trata de aprovechar el
tirón que tiene este deporte para enseñarles o darles alguna charla u
orientación de diferentes temas que pueden afectar a un país pobre como
Honduras (drogas, orientación sexual, etc.). Mientras leía el artículo me veía
fascinado en el, en lo que el fútbol es capaz de causar y de lo que es capaz de
alcanzar en una sociedad, entendí o recordé cual es su esencia.
No quiero
que nos equivoquemos, como sociedad debemos luchar contra la pobreza y por la
igualdad de derechos y oportunidades, pero el fútbol puede alcanzar en
condiciones de pobreza una magnitud incalculable, yo he trabajado en Venezuela
con niños en estas condiciones, algunos pocos son futbolistas (acepto esto como
algo muy positivo) otros sin embargo no lo lograron ,pero gracias a este
deporte colmaron unos valores y principios que les permitieron recobrar sus
estudios o trabajar en diversos oficios, siempre con la aportación de hacer el
bien por encima de todo y eso a la sociedad es una aportación imprescindible
para hacer de este mundo un sitio mejor.
Cuando leo el artículo veo que Héctor Zelaya y los muchos voluntarios logran
hacer de Honduras un sitio mejor y al mismo tiempo lo logran con el mundo. En
Venezuela tuve la fortuna de entrenar a estos chicos gracias a Pedro Castro,
director de la Academia Venezolana de Fútbol, al igual que Zelaya exjugador
profesional, gallego que llegó a Venezuela muy joven y jugó en la selección
siendo capitán de la misma unos 15 años y el cual pudo dedicarse a otras tareas
más lucrativas (entrenador profesional), pero, sin embargo decidió dedicar su
vida a esos muchos jóvenes. También he tenido el gusto de conocer a Xavier
Valera y a A. Kahan quienes llevaban a cabo el programa interbarrial de fútbol
en Ecuador y al igual que Zelaya y Pedro Castro han elaborado un proyecto de
integración social gracias al fútbol. Ahora, también en Venezuela, un ex jugador y capitán de mis ex equipos, es gerente de la fundación del Deportivo Petare: Jaime Oteyza, el también lucha por un mundo mejor y lo hace a través del fútbol.
Ahora
entreno en España, la verdad es que las condiciones son estupendas (campos
excelentes, vestuarios acondicionados, balones de última generación, material
de entrenamiento costoso, botas Adidas, etc.), entreno en una escuela de fútbol
de valores, la cual junto a otro magnífico hombre como Jaime Vallespir y a unos
excelentes entrenadores (Miquel Vidal, Pepe Lláser, Imanol Castellanos, Víctor
Hermoso, Pepe Peral),es un comienzo incipiente de lo queremos alcanzar con el
fútbol, que no es otra cosa que ver a esos niños sonreír y ser más felices, que
tengan un gran autoestima y que aporten al mundo algo bueno, pero aquí tenemos
a pesar de lo humilde buenas condiciones, condiciones de las cuales se carecen
en muchos sitios, en donde encuentras
unos valores que el dinero no puede aportar, valores que hacen que esos niños
puedan ser personas útiles para cualquier aspecto que les depare el futuro y
esa es la verdadera esencia del fútbol.
No digo
que en otros ámbitos el fútbol sea capaz de despertar valores, siempre es
capaz, pero a veces se nos olvida la esencia de este deporte, de lo que
puede producir y no hablo de que sirva como opio del pueblo, ni de cómo hacerse
rico sin esfuerzo, ni de ganar títulos. Hablo de trabajo en equipo,
solidaridad, superación, sacrificio, diversión alegría y autoestima, educación,
esa es y debe ser por siempre su esencia en fútbol base y en el profesional.
Todos
aspiramos a lo máximo, quien no quisiera ser Messi (que aunque no proviene de
familia desestructurada, si viene de un extracto humilde) o Guardiola o
Mourinho en caso de ser entrenador, pero yo sin duda, quiero ser Zelaya o
Castro esos deben ser nuestros espejos (al menos los míos).
Me
declaro admirador de todas aquellas personas que se dedican de forma
desinteresada a hacer de este mundo un sitio mejor, utilizando diversos ámbitos
para ello, gracias a los Zelaya, Castro, Valera, Kahan, Vallespir, yo encuentro
una identificación especial por ser el fútbol el medio que se utiliza para
alcanzar que estos niños y jóvenes tengan un mejor porvenir y puedan en un
futuro destapar sus esencias como tantos otros lo han hecho.
Qué grande artículo.
ResponderEliminarCierto que lo que de verdad importa en el deporte-JUEGO (Fútbol) es mucho más que un resultado de un partido o ganar un campeonato (como nos pretenden hacer creer algunos...).
Estoy muy de acuerdo en la ESENCIA del deporte. Hay que ver mucho más allá de lo que vemos en un partido de fútbol (un tiro al palo, un gol por la escuadra, un equipo muy bien trabajado tacticamente, un regate espectacular...) Detrás de todo eso hay: EQUIPO, COMPAÑERISMO, ACTITUD, AUTOESTIMA, RESPETO, HUMILDAD, SUPERACIÓN, ESFUERZO, ILUSIÓN, ENTUSIASMO, MASUNGA... OJOS BRILLANTES.
Gracias CRACK.